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A illa de Sálvora


 Una de las leyendas más hermosas de la ría de Arousa, tiene como  motivo el archipiélago de Sagres, conjunto de pequeños islotes que  antiguamente unían la isla de Sálvora con la península.
Las  caprichosas y variadas formaciones rocosas del archipiélago, que  sugieren a veces figuras de seres humanos o animales, dieron pie a un  sinfín de leyendas, entre las que destacan la que hace referencia a la  invasión de los celtas. Dice esta que los celtas llegaron por el mar y  cayeron en el encantamiento que amenazaba a todos los que intentaban  luchar contra los estrimnios, quedando convertidos en piedras para  siempre. El jefe de los celtas, Saefes, tomó como mujer a "Forcadiña",  hija del rey de los estrimnios, con intención de realizar la invasión de  forma pacífica y no padecer el encantamiento.
 Tuvieron de esta  relación un hijo llamado "Noro", pero la astucia fue descubierta y los  celtas fueron víctimas del encantamiento. Saefes quedó petrificado  convirtiéndose en el peñasco "Hombre de Sagres", con la lengua hendida  por siete lugares, que es el islote de Setelinguas con la mandíbula  deshecha y esparcidas las muelas. Formando a su vez los peñascos de  "Queixada" y las "Moas". La peña "Forcadiña" está situada cerca de la  punta de "Couso" y el "Noro" es el islote próximo a Vionta. Las otras  peñas e islotes son los restos de las embarcaciones de los marineros de  Seafes, que quedaron petrificados para la eternidad.
 El gran poeta  Ramón Cabanillas en sus sagas de "Na noite estrelecida" habló de estos  archipiélagos y de la isla de Sálvora como "lugares sagrados de los  celtas", cuando localizó en ellas las fantasías de Merlín y los sueños  del rey Arturo.


A Santa Compaña


 La leyenda de la Santa Compaña surge por “los bolos” o las piedras  graníticas con curiosas formas talladas por la lluvia y el viento que  inundan el paisaje de Sálvora.
 La imaginación popular los  convierte en ánimas en pena que van en procesión guiados por un hombre  vivo que ha sido condenado a vagar, con una cruz y un caldero, todas las  noches, hasta encontrar otro ser humano que lo remplace, al que  entregara la cruz y el caldero. De día no recordara lo que ha hecho por  la noche, pero ira desmejorando su aspecto, estando cada vez más pálido y  delgado.
 Para evitar unirse a la Santa Compaña o remplazar a su  guía hay que hacer un circulo en el suelo, meterse dentro boca abajo,  sin mirar a la cara a los muertos cuando los veamos pasar, que según la  tradición es todos los viernes. Salen de lo alto de Gralleiros, en la  isla, hasta la playa, para dirigirse a la isla de Noro y pasar allí el  fin de semana ocultos en sus cuevas.


A aldea de Abuín


 Muy pocos saben, incluso buena parte de los rianxeiros, que el  municipio arousano esconde un tesoro. Está en el lugar de Abuín, en la  parroquia de Leiro, desde hace siglos, pero nunca nadie llegó a  desenterrarlo, y ninguno de los que conocen el misterioso lugar  recomendaría a otra persona que se aventurase a buscar las riquezas  ocultas entre las piedras y la maleza. Porque está maldito, o eso dice  la leyenda. Su hechizo llevó a toda una aldea a desaparecer.
 La  historia de la aldea maldita cabalga entre lo mítico y lo real con una  única certeza: que fue abandonada por sus habitantes después de la  muerte de buena parte de ellos. Hoy, el aspecto de ese antiguo núcleo se  acerca bastante a lo que la imaginación de cualquiera puede atribuir a  un lugar maldito.
 Para llegar al lugar hay que dejar el coche y  acercarse a pie, adentrándose en el monte, donde la altitud de los  árboles apenas deja pasar la luz del día. No hay que caminar mucho para  ver los primeros vestigios. Entre hiedras, árboles, silvas y maleza  continúan en pie los muros de tres viviendas, y restos por los que se  adivina la existencia de otras casas, e incluso caminos por los que los  habitantes de la aldea se dirigían a sus trabajos en el campo.
 ¿Qué ocurrió con esa gente? La leyenda dice que cayó sobre ellos una  maldición, aunque hay distintas versiones sobre el origen del meigallo  que acabó con la vida en el lugar. El saqueo del monasterio de  Armenteira, un tesoro oculto por una familia, un cáliz arrojado por un  cura que hará recaer una maldición sobre quien lo recoja o un botín  enterrado por los pueblos nórdicos son algunas de las explicaciones que  ofrece la sabiduría popular. Incluso hay cuentos que dicen que todas las  demás leyendas se inventaron.
 Más allá de las distintas versiones  que explican la procedencia de la maldición, en lo que sí hay  coincidencia es en las consecuencias que aquel mal agüero tuvo para los  habitantes de la aldea. Plagas que acabaron con la vida de cuanto  encontraron a su paso están detrás de que los cuatro muros que quedan en  pie en Abuín sean conocidos en la zona como la aldea maldita.

Fecha de la plaga
 De acuerdo con la creencia popular, es imposible determinar cuándo  tuvo lugar esta plaga, pues las fechas se pierden en la memoria al  remontarse a varias generaciones atrás.
Pero, por increíble que pueda  parecer, hay una explicación racional, alejada de leyendas y  maldiciones, que arroja luz sobre lo que ocurrió en la aldea maldita y  que incluso le pone fecha al abandono: entre el siglo XIV y XV.
 El  arqueólogo Víctor Barbeito conoce su historia, y vincula la llegada de  la peste a la comarca barbanzana desde el puerto de O Grove, allá por el  siglo XIV. Aquel fue el episodio más virulento de la enfermedad, que  causó en Europa 25 millones de muertos, lo que supone que una de cada  tres personas fallecieron a consecuencia de la infección.
 La  rapidez con la que se propagó la peste, aniquilando a buena parte de la  población, llevó a la gente a creer que se trataba de un castigo divino,  por lo que abandonaban, para no volver jamás, la aldea en la que vivían  pensando que estaba maldita. Paradójicamente, no se iban muy lejos, ya  que las tierras de cultivo estaban cerca de las casas y creaban nuevos  asentamientos próximos a los antiguos. Eso mismo ocurrió en el caso de  la aldea maldita de Abuín, pues casi al lado hay aún viviendas  habitadas, alguna tan antigua que casi podría datar de la fecha en la  que el pueblo fue abandonado.
 Fue Castelao el encargado de recoger  las creencias populares para consolidar, con un relato sobre su  historia, el mito de la aldea maldita. El escritor y galleguista plasmó  en Cousas, en concreto en el cuento Camiño esquecido, esta leyenda.  Quién sabe si basada en lo ocurrido en Abuín.

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