Pazo de Sandrenzo
Fue construido por la familia Caamaño y ocupa una ladera de la aldea de Vilariño y su presencia aún se ofrece con el señorío de los señores de antaño.
Como todo pazo responsable de su jerarquía, el de Sandrenzo atesora en su paisaje capilla y hórreo gallego típico. La capilla, en honor a San Sebastián, es puro clasicismo, formada por dos cuerpos y tiene grabada en el hastial la fecha de 1690. La puerta está enmarcada en un arco de medio punto. El hórreo, por su decoración y especialmente por el pináculo que a la vez es reloj de sol y que ilustra uno de los penales, parece haber sido obra del mismo cantero que construyó el de Fonteneixe. El pazo dispone también de una escalinata de caracol. El conjunto se completa con un crucero y una "eira" enlosada en piedra.
En dichos escudos aparecen los blasones de los Varela, Bermúdez, Prego de Montaos, Figueroa, Valladares y Caamaño. Están situados en la fachada que da al mar sobre la que hay una balconada que mira a la ría.
La casa fue blasonada muy probablemente por don Gregorio de Reino Vilardefrancos. Más tarde por diversos enlaces matrimoniales pasó por las manos de los Bermúdez Bastón y Torrado atendiendo a su genealogía. En la parte exterior del pazo hay tres escudos, uno de ellos ilegible.
Actualmente el pazo sigue en el linaje familiar dividido entre dos herederos: Manuela Caamaño Vidal y su primo el coronel de aviación don Andrés Sánchez Caamaño, casado con la inspectora de farmacia Araceli Álvarez Franco. Es esta parte, la de don Andrés, la que en estos momentos está en venta.
Pazo de Agüeiros
Conocido también con el nombre de Torrado Fuciños, este pazo o casona se halla en la misma ribera de la ría de Arousa, en la playa de su nombre, y resulta mirador unánime y profundo sobre el paisaje. Es una construcción original del siglo XVI, más concretamente en el año 1585, edificada por Gómez Ares Mosquera, señor del couto de San Martiño de Abanqueiro y que estaba vinculado a los marqueses de Bendaña.
Los condes de Canillas reedificaron el pazo en 1879 conservando solo los antiguos escudos en el portalón de entrada y una inscripción de la primera construcción.
La arquitectura de la casona de Agüeiros es sobria con muros recebados y blanqueados, ventanas y en el centro una balconada.
La parte más ancestral e histórica es el ala izquierda signada con una heráldica y cartelera explicativa. La sensación primera del espectador es que se trata de una mansión inmersa en un bosque de hálito rusoniano.
En el parque paciego sobresale una fuente con sabor lírico y barroco que se debe a las reformas del XIX. Una senda empedrada con árboles laterales conduce al contorno de la casa rodeada de camelias, palmeras, fuentes y un molino.
En el malecón que por la ribera cierra la propiedad hay dos leones esquemáticos, sentados, cada cual con un escudo, ahora ilegible, bajo la garra. Dan la sensación de ser esculturas medievales traídas de otro contexto.
El caserío se derrama alrededor tan intensamente campesino como marinero. En el flanco de una antigua "corredoira" se abre el señorial portalón que da acceso a la finca y pazo. El dintel está decorado con pináculos, heráldicas acodadas y un yelmo cimero chorreando plumas. El pazo es propiedad de la familia de los González de Blanco.